Los suelos de madera son muy bonitos y de gran duración. No obstante para mantenerlo siempre limpio y en perfecto estado, conviene seguir una serie de premisas:
- Para eliminar el polvo y los restos de suciedad sólo es necesario pasar una mopa, un paño seco o barrer con una escoba de cerdas suaves para evitar arañazos. También puede utilizarse un aspirador convencional, por ejemplo, una vez a la semana, para hacer una limpieza algo más profunda.
- También puede fregarse con un trapo húmedo o una fregona perfectamente escurrida –un exceso de humedad puede llegar a dañarlo- con agua y productos especialmente diseñados para el mantenimiento del parquet. No debe utilizarse lejía o friegasuelos convencional, ya que se trata de productos con componentes abrasivos que provocarían el deterioro prematuro del pavimento.
- Para eliminar manchas concretas, puede emplearse el mismo producto específico que se utilice para fregarlo de forma habitual y aplicarlo directamente con un paño o una esponja.
- Un truco casero que solía utilizarse para mantener el suelo en buen estado era el vinagre, pero si se abusa de su empleo puede acabar eliminando el brillo natural que presente. De hecho, para conservarlo intacto durante más tiempo, lo ideal es acudir al propio fabricante para que recomiende el tipo de aceite más recomendable según el tipo de madera con el que esté fabricado el parquet.
- También cabe la posibilidad de lijarlo y barnizarlo en caso de que se encuentre muy estropeado. Lo que recomiendan los fabricantes suele ser pulirlo cada 8 ó 10 años cuando son maderas naturales y cada 5 u 8 si se tienen instaladas tarimas flotantes. Los laminados sintéticos no requieren este tipo de tratamientos.
Esperamos sirva de ayuda…